Como una puerta abierta a la Tierra del Vino, asentado sobre un ribazo, se alza el municipio de Entrala. Gracias a su enclave privilegiado, a pocos kilómetros de la capital, por sus tierras serpenteaba la antigua Vía de la Plata justo antes de abrazar las murallas de Zamora. Es probable que de ahí proceda su peculiar nombre, que hace referencia a que desde él ya se divisaba la entrada a la ciudad.
Entre sus rincones perduran numerosas bodegas excavadas en la tierra, memoria viva de una tradición vinícola que, como en tantos pueblos de la zona, aún se respira entre los campos y las lomas.