Conocida como la Perla del Duero, la cuidad de Zamora se levanta sobre un cerro estratégico, defendido al sur por el Río Duero. Poblada desde la expansión de las tribus celtas, fue conquistada por la Roma Imperial, que la incorporó a su importante Vía de la Plata. Los romanos la bautizaron como “Los ojos del Duero” (Ocellum Duri), un nombre que ya aludía a su estratégica situación.
En la Edad Media alcanzó verdadero protagonismo histórico, época en la que se levantaron elementos clave de su patrimonio monumental: el castillo, la catedral y las murallas, que dan origen al sobrenombre de “la bien cercada”.
También llamada como la ciudad del Románico, Zamora es un auténtico museo vivo de este estilo arquitectónico por la huella innegable que el siglo XII dejó en sus construcciones con una veintena de templos que hacen de la ciudad un referente imprescindible para los amantes del arte medieval.
Hoy Zamora ofrece al viajero un valioso conjunto de arte, historia y tradiciones. Destaca especialmente su Semana Santa, declarada de Interés Turístico Internacional, por su solemnidad, belleza y profundo arraigo popular.